Hay una gran bulla y puertas que golpean. Desordenadas y tibias, las cosas que nunca sucedieron combaten a duelo por hacerse palabra. ¿Qué es un recuerdo? ¿Un invento? ¿Una representación ficticia de lo que ha quedado en la memoria? ¿Substancia que nos dice que hemos sido algo? ¿Hemos sido niños? ¿Cómo sabemos realmente que hemos sido niños? Las preguntas que comulgan aquí son tan conflictivas como decir que la infancia nunca tiene lugar y sólo ocurre para los adultos, espectadores rezagados entrenados en el después. ¿Después de qué? Después de que las envestiduras de la adultez desplacen a todas aquellas otras posibles, de talles más pequeños y de todos los colores: de los conflictivos, de los felices, de los aturdidos, de los sórdidos, de los fugaces, de los reales, de los fantaseados. De todos los colores. Estanislao Antelo (pedagogo, investigador), Patricia Redondo (investigadora y profesora universitaria) y Marcelo Zanelli (psicólogo, ha trabajado en cine, radio y música), se han ocupado de la tarea de invocar el “autoengaño” invitando a treinta y ocho personas a relatar aquellos recuerdos de infancia escolarizados: los recuerdos del Jardín de Infantes.