El artículo presenta uno de los aspectos del libro: “Más Bobbio y menos Schmitt, más despacio, pero juntos”. J. M. Bosch Editor, 2021. Barcelona. Cómo las democracias liberales se deterioran "desde adentro", no ya con los "golpes de Estado" que las cancelaban hasta la década de 1970. La tercera ola de democratización trajo más democracias imperfectas que democracias liberales plenas. No obstante, cada vez son menos frecuentes los violentos golpes de Estado que en décadas pasadas las reemplazaban.
La democracia liberal es un tipo particular de régimen político en el que anidan tres elementos. El democrático, que refiere a las elecciones abiertas sin restricciones; el liberal, entendido como el respeto de los derechos fundamentales; y el republicano, concebido como el funcionamiento del Estado de derecho constitucional y la división de los poderes. El primero representa la voluntad popular para ejercer el poder legítimo, mientras que los otros establecen los límites en su accionar respecto a los derechos individuales, y la sujeción a la constitución y a las leyes.
Las democracias liberales están más acosadas por los populismos que por las autocracias, más por el declive en el funcionamiento pleno de sus atributos que por rupturas violentas de los “golpes de Estado” clásicos. No se usan balas para sustituir a las democracias, sino leyes para destruir al Estado de derecho. Los líderes populistas, aun en las democracias más antiguas, tienen mayor probabilidad de debilitar la democracia que de romperla: las pueden convertir en “iliberales”, pero encuentran más límites a la hora de transformarlas en autocracias.