Entre fines de la década del 60 y el transcurso de la siguiente, se proyectan y construyen, en el área metropolitana de Buenos Aires y en algunas grandes ciudades del interior del país, una serie de conjuntos habitacionales de grandes dimensiones.
Estos conjuntos, a los que con el tiempo se los reconocerán como Megaconjuntos, se asientan en las periferias urbanas produciendo fuerte impacto, por sus propios calibres, ya que las viviendas se cuentan en varios miles. Pero además, el impacto se encuentra agravado ya que sus patrones de conformación que no se identifican con el entorno urbano preexistente. Esto lleva a dificultar de manera grave, la integración con el entorno.