La influencia del legado que dejó la Reforma Universitaria de 1918 es ampliamente reconocida y trasciende los límites de la Argentina. Su orientación programática fue siempre motivo de disputa tanto a nivel local como internacional. En términos muy generales, en nuestro país se ha localizado, por ejemplo, una pugna entre una corriente “reformista liberal” y un ala “reformista revolucionaria”. Más allá de este criterio para diferenciar fracciones, en los sesenta, el reformismo abarcaba un gran número de agrupamientos estudiantiles en todo el país. Entre los más importantes resaltaban aquellas ligados a los partidos políticos: los socialistas con sus diferentes variantes, el Partido Comunista (PC), las líneas estudiantiles del radicalismo, los partidos trotskistas y el Partido Socialista de la Izquierda Nacional. Existían, incluso, muchos grupos que congregaban estudiantes con visiones ideológicas distintas pero que, no obstante, reivindicaban la identidad reformista. Incluía, asimismo, a casi la totalidad de los centros de estudiantes y federaciones universitarias, núcleos conformados por un mosaico muy heterogéneo, con fuertes disputas en su interior, tanto en lo que hacía a la política hacia el movimiento estudiantil como en política nacional e internacional. En el momento en que llegó el golpe de Estado que abrió la “Revolución Argentina”, en junio de 1966, el movimiento estudiantil reformista se encontraba movilizado y con una larga tradición de lucha que exhibía una creciente radicalidad, tanto en sus aspectos programáticos como en sus formas de acción. Ponía de manifiesto, al mismo tiempo, una buena capacidad para componer fuerzas con otros sectores sociales, especialmente con el movimiento obrero. Su involucramiento con los problemas candentes de la realidad nacional e internacional eran evidentes, como lo atestiguó, por ejemplo, su participación junto a los asalariados en la crisis del sector azucarero en 1965 y comienzos del ‘66. Corresponde señalar, igualmente, las movilizaciones en contra del envío de tropas argentinas a la República Dominicana como apoyo a la invasión norteamericana. En los prolegómenos de la caída de Illia, los detractores estudiantiles del reformismo también se encontraban activados, pero su interés se dirigía a la conformación de las huestes golpistas. La base universitaria de la dictadura se asentaba en sectores católicos, nacionalistas, desarrollistas y peronistas.