Responder a la pregunta de por qué puede desarrollarse en Argentina un movimiento estudiantil que se transforme en un actor político capaz de intervenir en el escenario nacional, requiere adentrarse en una conceptualización desde el marxismo sobre sus características fundamentales y realizar un análisis del mismo y sus organizaciones.
Toda reflexión sobre el movimiento estudiantil actual tiene que partir de considerar que históricamente éste ha jugado un rol político importante durante el siglo XX, como ejemplificamos con la experiencia de la Reforma de 1918 que analizamos en otras notas de esta revista. El movimiento estudiantil históricamente ha actuado como una “caja de resonancia” ante las crisis y conflictos sociales, adelantando fenómenos políticos y amplificando las contradicciones de clase presentes en la sociedad. En este sentido, León Trotsky escribía: “(…) en el estudiantado se reflejan a toda potencia, exactamente como en una cámara de resonancia, los intereses y aspiraciones sociales generales de las clases en que es reclutado”. Aun cuando era un movimiento estudiantil de bases más restringidas jugó un rol en cuestionar aspectos antidemocráticos de la sociedad y el régimen oscurantista en los claustros como en el proceso de la Reforma. Con el cambio en su composición social, producto de la conformación de una universidad de masas durante la segunda mitad del siglo XX, el movimiento estudiantil se transformó en un actor social y político relevante.