El siglo XX latinoamericano fue el tiempo de las revistas y los diarios en papel. Aunque habían tenido una función primordial en la vida cultural y política de las ciudades desde mucho antes, fue al ritmo de la modernización cuando cobraron un auge y una dimensión social de mayor alcance. El declive de los “tiempos de papel” coincidió con la expansión de la red electrónica que empezó a atravesar los espacios locales y nacionales con publicaciones periódicas que desde entonces dan a leer en formato digital la producción contemporánea de textos e imágenes. En 1999 el libro colectivo La cultura de un siglo: América Latina en sus revistas reunió un conjunto de trabajos presentados por especialistas en el encuentro del mismo nombre realizado dos años antes en Buenos Aires. En explícito balance de la centuria que terminaba, ponía el foco en revistas consideradas imprescindibles para la historia literaria latinoamericana del siglo XX. Era un indicio de lo que en la siguiente década se definiría como un área de estudios nueva y en expansión, que iría ensanchando su radio y sus contornos para incluir otro tipo de publicaciones periódicas y otros asuntos, además del literario inicial. El interés creciente y las posibilidades abiertas por la red electrónica confluyeron en la organización de sitios web que empezaron a poner a disposición archivos digitales de antiguos periódicos y revistas para su conocimiento y estudio.
El auge de los periódicos había tenido lugar antes en las regiones centrales de Occidente. Con el triunfo del impreso industrial hacia fines del siglo XIX, las ciudades europeas contaban con numerosos lectores y habían incrementado la cadena de intermediarios para la producción y distribución de formatos accesibles y perecederos como diarios, revistas y folletos donde, más que en los libros, se dio la escritura y la lectura a gran escala. En las ciudades latinoamericanas, la ampliación relativa del público lector y el desarrollo de la industria cultural se dieron en el marco de procesos diferenciados y heterogéneos, frecuentemente interrumpidos por las penurias económicas y políticas de un continente caracterizado por la desigualdad social estructural. Como sabemos, la transformación de la comunicación al ritmo de la modernización fue y sigue siendo desigual en América Latina y sería un error tan grueso ignorar los modelos metropolitanos como depositar únicamente ahí una explicación (Ramos). En distintos lugares, las publicaciones adoptaron inflexiones locales sobre matrices transnacionales, mientras la circulación de ideas y lenguajes estéticos, los formatos y los recursos técnicos traspasaban fronteras al ritmo del capitalismo global.
Producidas en el cruce de lógicas artísticas, políticas, profesionales y mercantiles, resultan un espacio insoslayable para releer la historia y las configuraciones de nuestra cultura. En el dossier “Publicaciones periódicas y redes culturales en América Latina” de Catedral Tomada (2018) varias miradas contribuyen a ampliar su conocimiento, dando relevancia a aspectos antes desatendidos o apenas esbozados, y renovando el interés en algunas constantes.