Durante mi actuación como miembro de la Comisión Central de investigaciones sobre la langosta, en los años de 1934 a 1937, tuve oportunidad de ocuparme, de paso, de este acridio, que constituye el más calamitoso de nuestros flagelos de la agricultura. Los resultados de mis estudios iniciales aparecieron en los informes, publicados por el Ministerio de Agricultura de la Nación en agosto de 1936, el informe último, de 1937, no ha sido aun impreso. El objeto principal de estos estudios fueron las langostas solitarias de nuestra Schistocerca, que consideré como Sch. cancellata Serv., y especie muy afín a las comunes de las mangas, Sch. paranensis Burm. Aquéllas, de vida solitaria, tienen en estado juvenil saltonas de color verde, mientras que las saltonas de estas últimas son de colores distintos, harto conocidas e innecesario de recordarlas. De confirmarse la teoría de las fases de Uvarov para nuestra langosta solitaria, se desvirtuaría también el concepto de considerarla como especie propia pues, representaría solamente formas transitorias de la común de las mangas, modificadas por influencias externas y causas climáticas, ecológicas, etc.. En el transcurso del tiempo, las generaciones, otra vez, llegarían a formar mangas migratorias y sus larvas tendrían entonces las características de las gregarias comunes.