La aguda pluma de Joaquín Rubio Tovar deja al descubierto sin eufemismos algunos de los males de nuestro tiempo enquistados en las instituciones académicas: la jerga críptica, la pretensión científica de los estudios literarios, la compulsión “publicatoria”, la desmesura bibliográfica, la erudición inútil, la aplicación mecánica de conceptos y métodos, el abandono de los viejos saberes, la devoción por las modas intelectuales efímeras, el regusto por los discursos artificiosos y generalmente ineficaces y el alejamiento de la lectura de los clásicos.