Gran maldito que la sociedad cultural española ha tardado en digerir, Francisco Umbral ha logrado imponerse a golpes de libros -ciento diez- y de artículos -ciento treinta y cinco mil-, según los últimos recuentos. Desde el silencio y la descalificación de las décadas anteriores, su reconocimiento por parte del público y la crítica ha ido avanzando en medio de una atmósfera en la cual sus mutaciones políticas y sus gestos provocativos suscitaban el rechazo abierto y hasta un secreto temor frente al formidable poder de su palabra.