Es ya un lugar común para aquellos que se dedican a los estudios botánicos, que la Patagonia, tanto esteparia como andina, es la región de la República Argentina mejor estudiada desde el punto de vista florístico. Desde principios del siglo pasado, todos los naturalistas que han visitado Sud América, se han sentido atraídos por las desoladas mesetas del extremo sur del continente y por los fríos bosques de la Cordillera austral. Expediciones francesas, belgas, inglesas, suecas, finlandesas, etc., han recorrido el litoral patagónico, la Tierra del Fuego, las Islas Malvinas y los lagos cordilleranos, coleccionando abundante material de herbario que fue estudiado en Europa y Norte América y que cristalizó en catálogos florísticos importantes, como la Flora Antárctica, de Hooker, la Phanerogamie de la Mision scientifique du Cap Horn, de Franchet, las Phanerogames des Terres Magellaniques, de Wildeman, y los numerosos trabajos de Dusén y de Skottsberg sobre las Malvinas, la Tierra del Fuego y la Patagonia.