Este proyecto surge con la intención de hacer un recorrido productivo centrado en realizar una serie de obras pictóricas, que, mediante la utilización de un recurso plástico como la figura humana, pueda transitar un trayecto visual que atienda a dominar (desde su inicio) cierto realismo, y, con el correr y progreso de la serie, pueda estudiar y practicar distintas resoluciones plásticas que permitan una progresiva distorsión, deformación, o una eventual destrucción de la estructura de las formas.
Intento hacer un registro de mi proceso productivo basado en la negación de un realismo como tema principal, que toma como eje disparador a la deformación y distorsión de las formas, los contornos de las figuras, y las estructuras propias del realismo, con el objetivo de trabajar sobre mi propia visión estética. Trato entonces de encontrar ciertos mecanismos procedimentales que me permitan realizar una interpretación de las figuras a partir de modelar la pintura.
El evento plástico se vuelve el elemento central del proyecto, ya que a la hora de pintar y construir rostros, poses, desnudos, torsos, volúmenes, busco una constante tendencia a liberar la pincelada en relación a los rastros de un realismo estricto, para transcenderlo, a partir de ciertos recursos como una pincelada vibrante desapegada de los contornos, atravesando distintos niveles de deformación y alteración.
La figura humana me servirá para construir, desde la pintura, mis impulsos productivos visuales y mi interés por la deformación desde lo real. La etimología de la palabra figura, indica a la forma, a la persona, la forma humana, al personaje, pero también evoca a la representación, a la imagen, y por último, a la figura retórica.
John Berger (escritor, crítico de arte y pintor británico), en su texto “La apariencia de las cosas" (2017) fundamenta que tras la aparición de la fotografía (medio fiel, rápido y barato que ofrece la posibilidad de retratar a cualquier persona), el retrato pictórico se dispuso a inventar una serie de cualidades con las que demuestran que lo que ofrece el retrato pictórico es incomparable al de la fotografía. Mediante la interpretación, el pintor, juzga y ofrece una visión estética y práctica de la que no necesariamente debe atender de manera estricta a su apariencia y desde un solo punto de vista, sino que se desvincula de la relación luz y sombras, al margen de la veracidad.
Haciendo uso de los conocimientos y procedimientos recogidos durante mis años de estudio en la facultad, me dispongo a producir imágenes que atiendan a los elementos propios de la pintura, desvinculándome de lo real por momentos, para enfocarme en mi propio proceso, para interiorizarme en el lenguaje visual.