El primer viaje de Ramón Menéndez Pidal a América tiene lugar en 1905 cuando es designado por decreto real de Alfonso XIII “representante regio” para investigar in situ la contienda limítrofe entre Perú y Ecuador que debía ser arbitrada por el mismo Alfonso. En este largo periplo que se inicia en Guayaquil y finaliza en Montevideo, más allá del propósito de indagación histórico-geográfica y el rango diplomático del eminente filólogo, se pone de manifiesto su interés por profundizar sus investigaciones en un tema que por esos años lo obsesiona: la recolección de romances de tradición oral en el ámbito hispánico y, particularmente, en América, una de las áreas menos explorada hasta ese momento. En una carta que escribe a Marcelino Menéndez Pelayo desde Quito el 27 de enero de 1905 dice lo siguiente: “tengo echadas mis redes para los romances y espero conseguir alguno.” Con ese propósito Menéndez Pidal publica en La Linterna de Quito y El Tiempo de Lima una “Circular a los folkloristas americanos”, destinada a todos aquellos que se interesen por colaborar con su proyecto de realizar un Romancero Español con textos recolectados en América.