El presidente de Estados Unidos Joe Biden, quien inauguró su mandato el 20 de enero de 2021, ha heredado una situación extremadamente diferente a la que le había tocado vivir en su período de vicepresidente del gobierno de Barack Obama. La política hacia China durante el gobierno de Obama se apuntaba a una relación constructiva, en la cual el éxito de los EUA se entendía como directamente relacionado al crecimiento económico de China, lo que conllevaba como contrapartida que el gigante asiático adoptara valores estadounidenses a cambio (Esteban, 2020). Sin embargo, ya para aquellos años, en el seno del Partido Demócrata estadounidense existían de forma latente posturas que no miraban de buenos ojos esta política de compromiso hacia China (Campbell y Ratner, 2018).
Si como vicepresidente las relaciones diplomáticas de los EUA hacia el mundo eran las que predominaban, al asumir la presidencia se encuentra con un país que apuntó al proteccionismo con una política exterior errática, de endurecimiento de las relaciones bilaterales y de alejamiento de las relaciones multilaterales (Campbell y Ratner, 2018). Basándose, la política exterior de los años previos a su mandato, en la figura del presidente y en su búsqueda de generar respeto tanto en sus aliados como en sus adversarios (Wolf, 2017).