La imagen paterna ha recorrido como una sombra la historia de la familia del mundo occidental en los últimos dos mil años. Sombra porque es sumamente difícil de atrapar y rescatar de un rol esencialmente negativo. La figura masculina heterogénea y cambiante puede nutrirse y constituirse por numerosas variables, pero una -a nuestro criterio- es determinante: aquella dada en el marco de la vida familiar y que tiene por centro las relaciones y prácticas que se desarrollaron frente a los hijos e hijas, particularmente menores. Nuestra intención en este trabajo no es otra que marcar rumbos conducentes a redimensionar la función paterna en las estructuras familiares porteñas de la primera mitad del siglo XIX, haciendo hincapié en las hasta ahora poco analizadas -por la literatura histórica- relaciones con los hijos pequeños.