Hace unas pocas semanas atrás, el Almirante Craig S. Faller, responsable por el Comando Sur de los Estados Unidos concluyó una visita por la región, la cual incluyó reuniones con altos funcionarios del Poder Ejecutivo de la República Oriental del Uruguay y la República Argentina. Si bien públicamente no se ha comentado in extenso al respecto de las reuniones con el Almirante Faller, los motivos naturalmente exceden a lo oficialmente comunicado; por ende, las actuales condiciones de competencia geopolítica a nivel global entre Estados Unidos y China nos parecen apropiadas para realizar algunas observaciones.
Más allá del hecho concreto de las donaciones humanitarias hacia Uruguay y Argentina que Faller ha entregado en representación del Departamento de Estado, así como las cuestiones vinculadas a las negociaciones por el reequipamiento de la Fuerza Aérea de Uruguay, consideramos que esta visita puede entenderse, desde una perspectiva más amplia, como una manifestación más de la creciente preocupación de Estados Unidos por el accionar de China en el hemisferio.
Al margen de las diferencias de matices y estrategias que existen entre demócratas y republicanos, los principales decisores en Estados Unidos, tanto civiles como militares, coinciden en que China, pero también Rusia e Irán, se predisponen a extender su influencia en América Latina a través de la explotación de las necesidades y debilidades de los países de la región, varios de los cuales se caracterizan por una acentuada debilidad democrática e institucional; con el agregado de que se encuentran inmersos en una situación económica altamente deteriorada por desastres naturales y la pandemia de COVID-19.