La presente ponencia forma parte de mi Trabajo Integrador Final (TIF) “Fulanas: Todo cuerpo es político” que se encuentra en proceso de producción. Se ubica dentro de una línea de investigación de las construcciones sociales en torno a lo femineidad en el área temática del feminismo, la identidad y las corporalidades. En este sentido, parto del campo específico de preguntarme cuáles son las construcciones sociales de los cuerpos feminizados y qué roles y comportamientos se ponen en juego en estas corporalidades en el cotidiano. De este modo, el TIF mencionado plantea la producción de un libro de relatos de ficción que den cuenta de historias de vida de estas diversas corporalidades, teniendo como guía dicha investigación.
El cuerpo es identidad y las historias de cada corporalidad es la cultura que vivimos. Cada estría, cada arruga, cada rollito que nos enseñaron a que nos moleste, forma parte de esa cultura machista en la que vivimos. Es por esto que el cuerpo no se reduce a la cuestión anatómica. El cuerpo se viste, se piensa y se siente en el marco de la cultura de la imagen capitalista y patriarcal. Por consiguiente, cuando se habla de moda desde esta perspectiva, referimos a una multiplicidad de prácticas, de formas y a un cuerpo y un talle. Es interesante pensar que en el mundo que vivimos, no existe un talle que se amolde a las diversidades corporales, sino que es a la inversa.
Siguiendo los planteos de Foucault (1989) sobre las prácticas penales de modernidad, se entiende a la moda como un dispositivo de domesticación del cuerpo. Y si somos cuerpo, y la moda una práctica cultural domesticadora, ¿Cómo se articulan los cuerpos feminizados y la moda? ¿La domesticación es la única salida posible? ¿Qué sucede con los cuerpos que no responden a los cánones de belleza? ¿Qué pasa con los cuerpos gordos? La presente ponencia, pretende responder a estas preguntas como eje para pensar cómo se construye una gorda en relación a los discursos de odio en la moda.