Las sucesivas tentativas de extirpar al peronismo de la vida política argentina posteriores a 1955 habían fracasado. Ni la persecución de sus dirigentes políticos y sindicales en tiempos de la llamada Revolución Libertadora, ni las tentativas de Arturo Frondizi de «integrar» sus huestes, ni la carta del neoperonismo tanto político como sindical, habían logrado aquel objetivo. De allí que la construcción de un orden político estable sin el peronismo se había vuelto igualmente imposible, a lo que debe agregarse al comenzar la década de 1970, el surgimiento de organizaciones armadas que bregaban por el retorno del líder exiliado.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)