En la filosofía contemporánea en la Argentina, la personalidad de Alejandro Korn se yergue a modo de hito divisorio entre dos épocas. La primera, que hunde sus raíces en la colonia y se prolonga en el tiempo hasta fines del siglo XIX: de transplante, de reflejo de adopciones y adaptaciones del pensamiento europeo; la segunda, que con él se inicia, de cultivo deliberado de la filosofía, convertida en profesión, incipiente al comienzo, y vigorosa, hasta donde puede serlo en estas tierras, después, con la organización de los estudios y el respaldo de la Universidad, entendida la filosofía como faena que constituye dedicación a la que ha de consagrársele una vida.