¿Cómo postular, entonces, sin la enérgica operatividad de la ideología, sin una práctica peculiar de entrecruce y potenciación entre lo político y lo teológico, la armonía en el interior del esquema? Además: el hecho de que los hombres que rezan y los príncipes hayan recibido el poder de Dios ¿garantiza la armonía entre ellos? Varios siglos de la historia, los que corren entre el V y XV, han sometido a prueba la compatibilidad y armonía de poder entre oratores y bellatores, disconforman un pacificado reparto de supremacías entre unos y otros, revelan el carácter pendular de las relaciones de fuerza y ponen en la superficie sucesivos cambios y reestructuras en el orden social.