Este proyecto plantea una reflexión acerca del límite en su relación estrecha con la orilla, considerando que ésta se configura en un terreno inefable entre dos porciones concretas: el mar y la tierra. Pero, ¿Qué sucede cuando se la considera como una entidad singular?
Respecto a lo anterior Grüner (2010) aborda el concepto de linde, y lejos de entenderlo como una separación infranqueable, lo define como ̈ese ‘entre–dos’ que crea un ‘tercer espacio’ de indeterminación, una ‘tierra de nadie’ en la que las identidades (incluidas las de los dos espacios linderos en cuestión) están en suspenso, o en vías de redefinición.” Es a través de esta mirada que el autor nos dará pie para comenzar a definir la orilla como un nuevo territorio.
En las ciudades costeras la orilla es un lugar constitutivo del espacio, ella determina el límite entre un terreno habitable, y la profundidad vertiginosa. Entre un tiempo cuantificable y la infinitud. Este lugar se presenta como consecuencia de la unión de las mareas con la tierra, creando un espacio precario que se redefine en el vaivén de la rompiente; y cuando nos referimos a precario lo hacemos desde la perspectiva que proponen Hang y Muñoz, rescatando su condición de inestabilidad, relatividad e indefinición. De manera que esas características se vuelven favorables a la hora de definir una práctica o un lugar que contiene en su devenir la promesa de desvanecerse, tomando esta condición como motor para la reflexión de dicho espacio.
A todo lo anterior se suma la ineludible reflexión en torno a la geografía, ya que en las representaciones cartográficas los territorios se describen de manera estática. Tanto los bosques, las montañas, como las dunas parecerían ser identificables siempre en un mismo punto, algo que sabemos, no sucede. Esta tensión entre realidad y representación se hace especialmente significativa con la orilla, cuando se presenta como un espacio estático, negando las características de su propia dinámica, de su habitual reubicarse, redefinese, reinventarse. Es interesante pensar entonces qué sucede allí cuando la costa es azotada por la tormenta, cómo esa línea se reformula cuando la sudestada convierte al océano en un escenario violento; pensar qué pasa en la orilla cuando la creciente hace que el mar avance más allá de lo esperado y habite entonces otros contactos con la superficie. De manera que, se podría pensar en una misma costa la convivencia de infinidad de orillas, cada una caracterizada por su forma de moldear la arena. Pero todas marcando el mismo espacio en el plano, todas definidas por ese vaivén que las diluye al final de la rompiente.
Entonces es un límite que sabemos que existe, y lo vemos, pero a la vez al querer enmarcarlo se nos diluye, su cuerpo es etéreo, y su estructura efímera.
Este proyecto va a trabajar con la orilla de Necochea, que es mi lugar de nacimiento.
Ello me proporciona cierto conocimiento sobre el espacio, así como también me permitirá rescatar las particularidades que habitan en esta zona y que la hacen diferente a otras, para señalar cómo se construye en esta orilla un territorio único y lábil, para pensar también en las particularidades de este como un espacio concreto.