Me propongo sustentar en este trabajo lo siguiente: lo que la obra artística es, aquello en que puede consistir (y no sólo en sus aspectos lacunares e indefinidos) está constituído por el interprete de la misma. El contemplador tradicional se transforma en participante porque se convierte de co-creador de lo propuesto por el autor (repetidor vivencial del proceso de creación del autor) en hacedor del modo de ser del objeto estético, aún en contra de los propósitos explícitos del autor.