El capítulo analiza la transición entre la experiencia de la imagen como conocimiento y presencia en el medioevo -dimensión, luego, recuperada en el Barroco- y el inicio de la imagen como objeto que materializa belleza armónica (Renacimiento). Asimismo, desarrolla la cuestión de la subjetividad sobre la que se constituyó el proceso artístico en la modernidad, como opuesta al mundo objetivo y científico del conocimiento moderno.
El marco temporal y espacial es el que ocupa fundamentalmente el auge del pensamiento escolástico en el siglo XII y su posterior crisis en los siglos XIII y XIV, que, desde la producción artística, en su dimensión simbólica, presentan la conformación-transformación de los valores y creencias de ese mundo tardomedieval.