La Cuenca Neuquina representa una unidad morfoestructural cuya estratigrafía se caracteriza por el desarrollo de una potente sucesión sedimentaria depositada durante el lapso Triásico superior-Terciario inferior. El relleno sedimentario del Jurásico-Cretácico de la Cuenca está caracterizado, en líneas generales, por una marcada ciclicidad donde alternan sucesiones litológicas marinas y continentales, condición que persiste hasta principios del Terciario. Estrechamente asociados a los diversos ciclos evaporíticos mesozoicos que representan situaciones transicionales entre los ambientes mencionados, se encuentra un conjunto de depósitos de baritina, celestina, yeso y halita de gran distribución areal (Brodtkorb et al., 1975, 1982, 1989). Los depósitos, en general de disposición mantiforme, se asocian a diferentes y definidos horizontes estratigráficos abarcando distintos momentos de la evolución de la cuenca.