A lo largo del trabajo reflexivo y práctico de los movimientos de mujeres, éstas han señalado distintas formas y momentos de exclusión que han padecido tanto sea respecto del sistema político o de la cultura misma. A modo de ejemplo podemos citar a M. Wollstonecraft y sus reivindicaciones de educación para las mujeres y la igualdad de derecho en el terreno de la cultura a partir de pertenecer tanto hombres como mujeres a ese espacio de universalidad racional. A fines del siglo XIX nos encontramos por su parte con las mujeres sufragistas que reclaman su derecho a ser reconocidas como sujetos políticos, a no ser excluidas y en tal sentido, a ser incorporadas legítimamente al sistema político como ciudadanas. En la década de los ´70 al cristalizarse la asociación de que toda forma de poder era masculina y violenta, el movimiento feminista se recluyó en sus espacios y las mujeres abandonaron la arena política. El régimen político resultante de esta estrategia fue una democracia autorrestringida. Por último y es en lo que nos detendremos, se señala a la democracia moderna propia al modelo liberal de mercado como un sistema que excluye desde su definición misma la diferencia que las mujeres generan y constituyen, no tanto a nivel cuantitativo sino cualitativo.