Proust otorga un carácter ficcional al objeto amado, puesto que es una configuración imaginaria del amante. Así, la Albertina que ama Marcel no es la Albertina real, la que otros individuos conocen. La Albertina de verdad es apenas una silueta en la que el amante superpone sus propias imágenes “porque así ocurre en el amor: las aportaciones que proceden de nosotros mismos triunfan (...) sobre las que nos vienen del ser amado”. A partir de esta afirmación, y en la medida en que se advierte el activo papel que juega el amante en la conformación de su objeto, es posible conjeturar una analogía entre la construcción del objeto amado del novelista y la constitución del objeto en la teoría del conocimiento de Kant. Así como Kant sostiene la imposibilidad del conocimiento de lo en sí, de la cosa incondicionada, restringiendo la posibilidad gnoseológica al campo fenoménico, según Proust lo que amamos no es en esencia otro, un en sí, sino lo que nosotros mismos creamos como imagen del otro. El propósito de este trabajo consiste en confirmar en los textos de la Recherche esta hipótesis que se estudia en el marco del proyecto de investigación “La concepción del arte y la concepción del amor en Marcel Proust”; en él también se hacen referencias a las relaciones implícitas y explícitas entre Proust y otros autores, Kant entre ellos.