¿Hay un humor capaz de corromper y liquidar la metafísica? Semejante humor, ¿tendrá otro origen que una mutación de la misma experiencia que pone en movimiento a la metafísica? Sí y no respectivamente, podríamos responder sin más. ¿Pero en qué deviene la suprema profundidad del sabio en esta singular superficialidad? En estas líneas, que acaso quepa atribuir a una metafísica de la metafísica como perversión, me limitaré a sugerir el sentido y el sinsentido de tales preguntas en el marco de una confrontación de las derivaciones de la angustia como experiencia de la nada en Heidegger y en Pirandello. Ante la afinidad de las descripciones de la angustia en ambos —con ascendente común en Kierkegaard—, se trata de hallar, valorar e interpretar la diferencia por la que en uno la angustia libera una risa ácida y en el otro despierta la seriedad metafísica.