En la versión definitiva de En busca del tiempo perdido, el escritor Bergotte, enfermo de muerte, concurre a ver una obra de Vermeer, aquella en la qué el pintor ha plasmado un precioso detalle de una pared amarilla. Es en esa circunstancia qué se produce su muerte: "¿Muerto para siempre? ¿Quién puede decirlo?" pregunta el narrador. El episodio de la muerte de Bergotte plantea, en relación al arte, el doble aspecto de una misma cuestión: por un lado, el refinamiento de la pared amarilla en la pintura qué es fruto del esfuerzo de un pintor de cuya identidad personal poco se sabe y a cuyas cenizas no afectan en nada el ser admirado. ¿Cuál es el imperativo, entonces, qué hace qué un artista recomience infinitas veces una obra o un fragmento? ¿qué leyes secretas le ordenan el sacrificio de Si para intentar la perfección en una obra? qué ámbito pertenecen esas leyes no sancionadas en este mundo y qué rigen esta naturaleza de actos? Por otra parte, análogamente, podemos preguntar, ¿que conduce a Bergotte, en el final de su vida, a contemplar esa obra, ese pequeño detalle de la pintura de Vermeer, desoyendo y desestimando hasta el úItimo momento a su cuerpo enfermo?
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)