Estoy viendo nuestro encuentro hace exactamente veintisiete mayos, en Hannover, bajo una recta, helada e incesante lluvia que por esos días los alemanes llamaban, sin error nouménico, primaveral. Surgen solos en esta evocación los rasgos de su rostro comprensivo, suavemente iluminado por cierta tristeza.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)