Veintiséis años de amistosa confraternidad profesional y colaboración plena de confianza en el Leibniz-Archiv me unen con Albert Heinekamp. Nos conocimos en la estrechez espacial de la vieja biblioteca, en la que los lugares de trabajo se apiñaban en sólo algunos escasos metros cuadrados -condiciones de trabajo difíciles, pero buenas a la vez para descubrir el ser humano en el colega.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)