El valor educativo de estas ciencias es inmenso, a condición de que su enseñanza sea exclusivamente experimental. El material necesario para la mayor parte de las experiencias no es ni abultado ni costoso y no hay manipulación peligrosa cuando se opera en pequeñísima escala. En cuanto a la química, algunos tubos y probetas, una lámpara de alcohol y un pequeño número de productos químicos bastan. Varios autores han indicado ya en diversas obras, el partido que puede sacarse de semejantes elementos.