En este capítulo el autor ofrece una primera aproximación desde Durkheim para sostener que toda educación es inclusiva; a su vez, pone de manifiesto que no concuerda con todo el ideario de ese autor. Luego retoma a Bordoli para repensar lo que la autora critica, que es la sociologización del currículum cuando se lo adapta para los sectores con menor capital educativo y se produce una enseñanza de inferior calidad, que se justifica con un discurso signado por el asistencialismo. En esa línea, el autor procura repensar los conceptos de inclusión e investigación de manera más amplia, del mismo modo que lo hace con el concepto de educación, y toma distancia de las concepciones naturalizadas que intentan homogeneizar a los sujetos.