El Delta del Paraná es una región inconmensurable, mágica, llena de misterios y leyendas, cuyos primeros registros históricos comienzan en el siglo XVI. Ha sido motivo de escritos entre los que se destacan las obras del siglo XIX, El Carapachay de Domingo F. Sarmiento, El Tempe Argentino de Marcos Sastre y, a principios del siglo XX, la del etnógrafo y arqueólogo Luis M. Torres del Museo de La Plata. Sobre esta área tan particular, Silvia D. Mateucci reafirma el concepto de Raúl A. Ringuelet sobre “vías de poblamiento”, ya que en la introducción de esta obra dice: “desde el punto de vista biogeográfico y ecológico el Complejo Delta del Paraná tiene características únicas debido a su conformación geomorfológica e hidrológica que lo convierten, junto con el río Uruguay, en una red de penetración de especies de linaje subtropical, chaqueño y paranaense”.