La Universidad -provincial- de La Plata fue creada a partir de una ley que, tras un agitado trámite parlamentario impulsado por Rafael Hernández desde mediados de 1889, fue promulgada el 2 de enero de 1890. La crisis económica desatada en ese año postergó la iniciativa por siete años, pero una vez inaugurados los cursos no alcanzaron a prolongarse por una década. Cabe entonces preguntarse a qué obedeció lo exiguo de la vida de la tercera universidad fundada en el país y cuáles son los elementos de ruptura y continuidad -mas allá de nombre, sede y sello- entre aquella experiencia provincial y la iniciada, por cuenta de la Nación, en los primeros años de este siglo. La ambigüedad que se desprende de las dos fundaciones reclama algunas precisiones.