La creación de la Universidad Nacional de La Plata, sobre la base de la modesta Universidad provincial que comandara Dardo Rocha, constituyó en 1905 una relevante manifestación de la aplicación en nuestro país del pensamiento positivista en el desarrollo de la educación superior. Concordante con el “espíritu racional” que los guiaba, sus fundadores se propusieron construir un moderno tipo de organización “experimental” extendiendo los alcances del profesionalismo emergente del “modelo napoleónico” a través de la asimilación del modelo universitario inglés concebido para formar las élites de gobierno. Pero este proyecto positivista, encabezado por Joaquín V. González durante sus largos doce años de gobierno en la UNLP y perpetuado en la leyenda pro scientia et patria incluida desde un principio en su sello mayor, se vio reformulado después de la inflexión provocada por la irrupción del movimiento reformista.