Un ministro ilustre y algunos universitarios no menos talentosos, comprendiendo que la ciencia del alma es la ciencia del hombre, sintieron la necesidad de orientar su estudio, entre nosotros, hacia el rumbo seguido por las ciencias naturales, adoptando los métodos experimentales, con los que el genio de Comte fundamentaba el positivismo cientifico, y el gran Ribot difundía en el mundo con sus sabias y magistrales obras.
Llegaron aquí sus ecos y fueron reforzados por muchos estudiosos, que comenzaron sus primeros pasos afirmando en la fisiología sus conocimientos biológicos, aprendiendo las bases anatómicas de la vida del cuerpo y fijando en el sistema nervioso la dirección y mecanismos en la adaptación del individuo al medio.