“Nombrar a Menem siempre fue, y es, entrar en problemas”, escribe sobre el final del libro Martín Rodríguez, y al leerlo sentimos un ligero espasmo en el brazo derecho, como si este quisiese moverse solo. Si los setentas se sienten aún tan presentes, qué decir de los noventas que de una u otra manera vivieron (vivimos) prácticamente cada persona que hizo clic para llegar acá.
Desde la primera oración de la presentación, Rodríguez y Pablo Touzon reconocen tomar por objeto una década sobreinterpretada, por la cual mucha tinta ya se ha vertido. Que existe enredada en una miríada de imágenes compartidas y sentidos comunes: del “no los voy a defraudar” al “yo no lo voté”, con paradas intermedias en los indultos, Norma Plá, Punta del Este, Videomatch, los Todos por $2, el desempleo, la marginalidad y la promesa de viaje estratosféricos ¿Te imaginas si hubiesen existido los memes en los noventa?
Por eso, los compiladores abjuran del “falso malditismo político” y meten un libro entero en la llaga del “tabú Menem”, escapando hacía delante de la opacidad y cerrazón que ha venido a connotar ese palíndromo que no será nombrado, incluso dentro de la academia. “Yo tampoco lo voté” ¿Y quién lo hizo entonces? ¿Por qué?