Exponente de una cultura, la docencia urge de arraigos en el medio, con el peligro en caso contrario, sea por superioriclad o por carácter, de permanecer incomprendida y estéril para la obra social; y se deduce de aquí que profesores extranjeros encuentren, por lo común, resistencia invencible y sean vanos aquellos esfuerzos que pretenden acelerar una evolución desconociendo los factores que la impulsan. Fueron, pues, dificultades de naturaleza étnica las que se opusieron al aprovechamiento por parte de nuestra cultura incipiente, de la enseñanza general por docentes extranjeros, contratados en repetidas ocasiones por nuestro Gobierno; porque aun a riesgo de ser refutado, afirmo que su acción fuera nula; al menos se me concederá que su eficacia quedóse distante del valor intrínseco de aquellas personalidades.