La Turquía que hoy conocemos, gobernada por Tayyp Recep Erdogan, pasó por un proceso de transformación desde la caída del Imperio Otomano, al establecimiento del régimen laico de Mustafa Kemal, cuando se encaminó hacia un modelo europeo, que transformó el Estado en una república laica, inspirada en valores occidentales. Retomando los últimos 20 años, se observa que el Estado pasó de tener un objetivo reformador para poder ingresar a la Unión Europea, a lo que parece revelarse como una construcción de estrategia geopolítica completamente divergente. Es así que la asunción de Erdogan introduce un cambio drástico, no solo en la política exterior de Turquía, sino también en los intereses y el accionar del país en la región de Medio Oriente. Desde el intento de golpe de estado que sufrió Turquía en 2016, su política exterior se vio transformada por medidas extremistas; una mayor intervención en la guerra de Siria, la compra de misiles rusos y sus acciones de prospección en el Mediterráneo. Como consecuencia, sus relaciones exteriores se vieron afectadas: Turquía se encuentra aislada, tanto de sus aliados de la OTAN, como de las potencias regionales de Medio Oriente (Elia Valori, 2021).
Dicho aislamiento se vio reflejado en el Mediterráneo Oriental, donde Erdogan tiene una serie de objetivos que han sido cuestionados por las potencias regionales. Los Estados europeos, como Grecia y Chipre, y de Medio Oriente, como Egipto e Israel, han intentado limitar la expansión turca y sus planes de explotación de hidrocarburos en el mar. Precisamente, con estos actores el estado turco ha tenido una serie de conflictos en el Mar Mediterráneo, muchos de los cuales han proliferado durante el 2020, profundizando así su aislamiento en la región.
El presente artículo tiene como objetivo describir la nueva estrategia del gobierno turco en el Mediterráneo Oriental. Para ello, se considerarán los conflictos en los que Turquía está envuelta, su estado de aislamiento en la zona, y su intento de reconstruir la relación con la potencias de la región, haciendo foco en su relación con Egipto e Israel, con quienes no solo ha tenido sus diferencias, sino también ha intentado restaurar las relaciones diplomáticas.