Mi observación procede del laboratorio de psiquiatría del hospicio de las Mercedes de Buenos Aires. La necropsia de un alienado, reveló la existencia en el cerebro de numerosas vesículas, dispersas, de forma ovoide y de un tamaño que oscilaba entre seis y doce milímetros. A simple vista se pensó que estas dilataciones hidrópicas en el tejido nervioso eran cisticercos, esto es, embriones de tenia solium, procedentes de huevos que al llegar al estómago del paciente (coprófago?) los jugos digestivos libraron de su cáscara dura, atravesaron las paredes del intestino, fueron arrastrados por la corriente sanguínea y se ubicaron en el cerebro; pero, puede equivocarse si se atiene exclusivamente al examen macroscópico, á ojo de buen cubero, de allí la necesidad de la investigación microscópica, para establecer el diagnóstico de cisticercus cellulosoe.