El Congreso tal vez sancione, este año, una ley cuya trascendencia es incontestable para la enseñanza superior de nuestro país. La Universidad es la expresión más alta del pensamiento nacional; de ella recibe las actividades, energía y dirección y ella señala al pueblo sus destinos, gobierna su conducta. Pero para que su acción resulte eficaz, necesita, en virtud de este aceleramiento hacia la perfección de los métodos y la conquista de la verdad, evolucionar constantemente, es decir, crear centros de investigación, renovar los laboratorios, aumentar las salas, construir edificios, satisfacer necesidades cada vez más complejas ya porque los alumnos aumentan, ya porque el profesorado debe consagrarse, ya porque á la facultades clásicas deben agregarse otras que la polifurcación de la actividad humana en un país civilizado, exige con urgencia.