Siempre los pedagogos agitan las cuestiones de política escolástica y de organización de la enseñanza, mientras que se operan tranquilamente cambios en las ciencias pedagógicas apreciados muy tarde por la generalidad. Desde varias generaciones á esta parte, ningún sistema nuevo se ha impuesto de un modo subversivo ni conmovido eficazmente: la acción del mundo pedagógico se reduce á reconstruir, reformar, reunir sistemas antiguos y aceptar una que otra innovación. La idea única y fundamental, la última mano al edificio de la escuela práctica, no ha encontrado aún su rumbo genial ni se ha manifestado con vigor el germen de la semilla lanzada por la cultura universal, quedando aún abierto el surco que traza la vía de su practicabilidad. Por esta razón, nuestra idea es lenta en difundirse y es, al parecer, la renovación de pensamientos remotos; propaganda y aplicación de sistemas de otros tiempos, obra que, parcialmente, ha hecho grandes progresos pedagógicos, descendiendo siempre á su origen en sus principios fundamentales, á sus precursores, los maestros Pestalozzi y Herbart.