Mientras comenzaban a congregarse lxs asistentxs del “Banderazo” realizado el 27 de febrero de 2021, unxs disponen diez bolsas negras parecidas a las de consorcio o uso doméstico pero del largo de una persona (aproximadamente 1,60 m) sobre las baldosas grises a dos metros del lado externo del enrejado perimetral de la Casa Rosada. En la foto del diario Página 12, citada por ser uno de los pocos registros públicos del momento de inicio de la acción performática, se puede ver a un joven vestido íntegramente de blanco hasta el tapabocas, que sostiene un extremo de la bandera violeta de la agrupación Jóvenes Republicanos (JR) la cual ocupa casi cuatro paneles. JR es una agrupación política que nació en el 2020, en el contexto de pandemia y cuarentena, y que tiene la característica de que la edad de sus miembros oscila entre 16 y 30 años. Según definen en su página web, persiguen valores republicanos y sostienen la lucha por la república y la libertad.
Cuando logran colgar la tela de los barrotes, aproximan las bolsas hasta el cantero que divide la vereda de la Plaza de Mayo del cerco perimetral de la Casa de Gobierno. La bandera queda centrada para que en la foto de la fachada cruce el cuerpo principal del edificio, a un lado de las bolsas que se colocan en el medio exacto del corredor principal de la plaza. Cada bolsa está atada en los extremos por una cinta de embalar marrón y rellena con papeles de modo tal que da la impresión de un “cuerpo inerte”.
La dimensión polémica de la acción sobrepasa lo que se declara en entrevistas posteriores como el conflicto tematizado en la instancia programática, habilitando más de una controversia en torno a la aparición de JR. Es decir, si bien la acción propone la conversación sobre el plan de vacunación y las consecuencias de la pandemia, produce una serie de operaciones que establecen relaciones de causalidad entre fenómenos distintos dándolas como evidentes sin respaldo de una carga probatoria sino que estaban ahí para ser “mostrados” al público general. Entre las múltiples conversaciones que se abren a partir de la acción, se establecen una serie de “confusiones productivas” tales como:
- Vincular las consecuencias de la pandemia (fallecimientos por factores relacionados al Covid 19) a las medidas concretas alcanzadas por el gobierno nacional para la gestión de ese panorama.
- Establecer como “falta” de transparencia en la comunicación la ausencia de imágenes vinculadas a lxs fallecidxs en tanto no aparecieron fotografías de cuerpos en las calles como en Perú o los entierros masivos en Brasil. Desestimando que la ampliación del sistema de salud y atención pública de los casos tenga relación con la falta de registro y/o “existencia” de esas escenas en la Argentina.
- Relativizar el rol de los activismos en la producción y divulgación de información, en este caso sobre el uso discrecional de los recursos públicos, realizando afirmaciones totalizantes como “los pibes de la Cámpora” o “los amigos de Alberto” que no son posibles de verificar o dan cuenta de grados de responsabilidad, etc.