Luego de meses de preparación en nuestros espacios de teóricos y prácticos de “Prácticas de la Enseñanza”, y de la entrada a campo a las diferentes instituciones, en mi caso, a la Unidad Académica N°95, consideramos que no es sencillo poner en palabras lo acontecido a lo largo de este año.
Este informe final incluirá sentires, pensares, preguntas, y algunos modos de “ser practicantes” que fuimos construyendo con la bibliografía propuesta por la cátedra, y también, con lecturas autónomas de autores de interés propio que acompañan este recorrido. Desde esta lectura, la categoría “practicante” sería “una construcción singular, cuya particularidad devendría de dobles inscripciones institucionales, de dobles lugares simbólicos, de atravesamiento de múltiples demandas y expectativas. Sería una categoría que cuenta con palabras propias y prestadas, que anticipa la práctica docente en su complejidad a la vez que se constituye desde una práctica de sujeto en formación. Ser practicante sería un lugar de pasaje” (Edelstein, G. y Coria, A. 1996, p.36).
Como dijimos en conjunto con mis compañeras, el desarrollo de nuestras cursadas y prácticas está siendo/ sucediendo en medio de una pandemia mundial. Esto nos ubica en un momento excepcional donde la enseñanza afronta nuevos desafíos y reactualiza debates, que siguiendo las reflexiones de Dussel (2020) podemos contener en algunas preguntas: ¿Cómo enseñar en virtualidad? ¿Qué define una clase? ¿Le docente? ¿El aula? ¿Les estudiantes? ¿El tiempo? ¿El espacio/escuela? ¿Cómo se adaptan los contenidos en el contexto virtual? ¿Cómo evaluar los procesos de aprendizaje? ¿Cómo abordar los problemas de conectividad/internet?