En los años penúltimos han sido varios los investigadores del pasado argentino que han tratado de componer una imagen coherente del escritor Eduardo Gutiérrez, para situarlo con certezas en el desarrollo de la literatura nacional. Las preocupaciones de esos estudiosos, entre quienes se ha adelantado León Benarós, han documentado la biografía de un hombre de existencia intensa y breve, en cuyas alternativas se personalizan caracteres muy ilustrativos de la segunda mitad del siglo xix porteño. A pesar de tantos esfuerzos meritorios de la crítica no se ha ahondado en el análisis de los caracteres que pueden explicar la sostenida popularidad del autor, realmente inusitada entre los escritores del 80.