Entre las "recetas" neoliberales aplicadas en América Latina a partir de crisis del Estado de bienestar, la descentralización hacia niveles inferiores de administración se constituyó en la herramienta esencial para el desarme de las funciones tradicionales del Estado. Al mismo tiempo, y de forma paradójica, la globalización en todos sus ámbitos activa la valorización de esos espacios subnacionales y sus potencialidades. Como parte de este mismo proceso, la sociedad civil aparece crecientemente fortalecida, a partir de una reapropiación de los espacios públicos para la política, transformando la relación Estado-sociedad y dando lugar a la necesidad de buscar nuevas formas de guiar el desarrollo de las sociedades.
Para Cravacuore, Ilari y Villar, es en este marco que "los gobiernos locales han incorporado a su agenda nuevos temas entre los cuales sobresalen la planificación estratégica del territorio, el desarrollo local y una nueva política social. Para ello, han generado formas de gestión innovadoras entre las que destaca la articulación, particularmente ligada a la necesidad de mejorar la gestión y al surgimiento de una nueva forma de entender al Estado y sus políticas."