La diplomacia cultural norteamericana se instala en un proceso que oculta su vínculo político a la vez que se muestra como garante del libre asociacionismo mediante el arte. Esta particular forma de acción, que ejerce dominio en la atracción es abordada en lo estudios realizados en este libro considerando tanto la interpelación entre producción artística, comercialización del arte, participación de los agentes del campo musical y audiovisual en las políticas públicas de integración así como los ámbitos en los que la diplomacia cultural opera. La exposición de principio de siglo XX en EUA concentró la música tradicional de Asia, de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos en una feria de variedades que instaló a la innovación tecnológica como centro de atracción y demostración de poder. La atracción del poder blando norteamericano ya esbozaba, a fines del siglo XIX, la lente por la cual miraba al resto del continente como parte expandida de su área de influencia.