Un largo decir de caravana, transmitido de generación en generación, de padres a hijos y de politólogos a encuestadores, nos enseñó a ver el mapa político argentino articulado -o dividido- por dos grandes partidos. Este bipartidismo, más virtual que real a fuerza de interrupciones institucionales, acotado por la omnipresente vigilancia del actor militar durante varias decádas, y débilmente integrado en términos de un sistema de partidos estable, parece en la actualidad transformarse en una reliquia de tiempos idos más que en una promesa de futuro.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)