Cuando la muerte corta bruscamente una vida que comenzaba a florecer en abundancia, como la de Héctor Ripa Alberdi, los amigos inconformes con el golpe inesperado se reúnen a pensar cómo perpetuarán la memoria del que se fué a destiempo. En el caso de Héctor, lo natural es juntar y reimprimir su obra. La duda nos asalta luego: ¿vamos a dar, con estos esbozos, idea justa del desaparecido? Héctor fué como árbol en flor: los frutos estaban sólo en promesa: ¿pueden, quienes no lo conocieron, sorprender el aroma de la flor ya seca?
(del prólogo de Pedro Henríquez Ureña)