He tornado a pensar, como tantas veces, en la Quebrada, esa vena jujeña que late fuertemente dentro de mí, con esa sangre viril de la raza, tranquila a veces, pero capaz, como sus ríos, de desbordar sus límites, y mis ojos ansiaron y revivieron nuevamente el paisaje. Estación Güemes: comienza la marcha, jadea... jadea... jadea..., avanza con un jadeo de can, pesada, tenazmente. Viejo tren mordedor de cremalleras, que va dejando atrás los nombres más sugestivos: Tumbaya, Tilcara, Pumamarca...