Explicar porqué este artículo no comienza, como su título parecería prometer, con una definición de la Antropología Social, seguida de un examen de los problemas planteados por la relación, vecindades y colaboración con las otras disciplinas sociales, nos introduce en una problemática mucho más compleja. La Antropología Social, al igual que la Sociología, la Psicología Social o las otras disciplinas sociales no puede ser definida con facilidad. Un examen de las definiciones, a las que no siempre se arriesgan sus representantes más ilustres, exhibe un cuadro de contradicciones, vaguedades y redundancias. No es mi preocupación establecer límites pulcros entre las presuntas disciplinas sociales; alambradas académicas que impidan el paso a intrusos. Tampoco creo deseable salir del paso con trivialidades tautológicas al estilo de: “antropología es lo que hacen los antropólogos”. Sostengo que no es posible definir las disciplinas sociales en su estado actual porque son productos de una fragmentación irracional e ideológica del estudio de la realidad social. Nuestra problemática no puede ser correctamente encarada si se trata a la ciencia como un elemento autónomo. Es necesario considerar a la ciencia como una práctica ejercida en una sociedad dada, condicionada por su estructura productiva, infiltrada por la ideología respectiva, gratificada o reprimida por los intereses económicos y políticos dominantes. Las dificultades para la definición y establecimiento do su objeto, en las diversas disciplinas sociales, provienen, a mi juicio, de elementos ideológicos reaccionarios que saturan esta área, e impiden plantear con claridad el problema.